fotolia_54568118Todos los sectores económicos tradicionales, sin excepción, son conscientes de la importancia de la transformación digital (los no tradicionales son ya nativos digitales).

La transformación digital de la actividad obliga a las compañías a replantearse todos los procesos corporativos y a reorientar la innovación en línea con la digitalización. La transformación digital promete una economía más abierta, de naturaleza colaborativa, con relaciones entre compañías más horizontales y en definitiva un modelo de producción donde el concepto de productor y consumidor se difuminan en un entorno compartido en el que la delegación es un factor coadyuvante de máxima importancia en la generación de valor.

«Las empresas del sector de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) se enfrentan a un mercado maduro y global, donde los clientes demandan mayoritariamente servicios –y no productos— que les aporten ventajas competitivas, diferenciación, y eficiencia operativa: las empresas arriendan sus equipamientos y externalizan tareas es decir se vuelven ingrávidas.»

Gran parte de la generación de rendimientos a escala viene determinada por la creciente externalización de tareas que no forman parte del núcleo de actividad de las compañías. Un número cada día mayor de servicios o productos intermedios usados en los procesos de producción de las empresas o administraciones públicas son suministrados por terceros, que son capaces de optimizar ese suministro en condiciones de coste ventajosas. En los servicios, la especialización acaba siendo la condición necesaria para la generación de rendimientos a escala en los que basar la competitividad de los oferentes.
La segmentación y especialización de las fases productivas obliga a acometer cada segmento mediante el uso de los recursos óptimos ya sean propios o ajenos; en este caso la delegación en un tercero de ciertas tareas no nucleares y/o auxiliares exige confianza y procesos win-win. Los proveedores externos capaces de hacerse acreedores de esta confianza han de garantizar aumentos constantes y demostrables de productividad, como garantía de eficiencia y éxito.
En la era del acceso y la movilidad, y en la sociedad de la información, el conocimiento, y la desintermediación, el cliente demanda servicios ubicuos, unificados, con interfaces comunes, centralizados, seguros y flexibles; donde se conjuguen calidad y capacidad de crecimiento con suscripciones no draconianas y pago por uso.